Hay lugares que no solo se recorren con los pies, sino también con el alma. Así es la Plaza de la Peregrina, uno de los rincones más icónicos de Pontevedra. Situada en pleno centro histórico, esta plaza late al ritmo de los pasos de miles de peregrinos y visitantes que, día tras día, se detienen frente a su emblemático santuario. Pero, más allá de su imponente presencia religiosa, este espacio es un cruce de caminos entre pasado y presente, tradición y vida cotidiana gallega.
Un rincón con siglos de historia y devoción
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El nombre de la plaza no deja lugar a dudas: gira en torno a la Iglesia de la Virgen Peregrina, uno de los templos más queridos por los pontevedreses. Construida a finales del siglo XVIII, su planta en forma de concha de vieira —símbolo del Camino de Santiago— no solo la hace única, sino profundamente simbólica.
Dicen que fue la propia Virgen quien acompañó a los caminantes desde Baiona hasta Compostela. Esa leyenda, sumada a la imagen con sombrero, bastón y concha que preside el altar, la ha convertido en una parada imprescindible para quienes recorren la Ruta Jacobea desde Portugal. ¿Te imaginas la emoción de sellar tu credencial aquí, sabiendo que estás pisando un lugar cargado de siglos de fe?
Más que una iglesia: una plaza que respira Pontevedra
A su alrededor, la plaza se despliega como un salón abierto al cielo, con calles históricas que desembocan en ella: Rúa da Peregrina, Michelena, García Camba… Por todas ellas circula no solo gente, sino historias. Aquí se mezclan vecinos que hacen recados, peregrinos que buscan descanso y visitantes que descubren la ciudad por primera vez. Y todos ellos encuentran en la plaza un espacio para detenerse, observar y sentir.
El suelo empedrado brilla con las conchas de bronce que marcan la ruta jacobea. Las fachadas que la rodean, muchas de los siglos XIX y XX, exhiben galerías acristaladas, balcones de hierro forjado y pequeños negocios que sobreviven al paso del tiempo: cafeterías donde el tiempo parece detenerse, librerías con alma y tiendas donde cada producto tiene una historia.
Cómo llegar: todo camino conduce a la Peregrina
Pontevedra es una ciudad pensada para caminar, para saborear despacio. Por eso, si ya estás en el centro, lo mejor es recorrer la Rúa da Peregrina desde la Praza da Ferrería. Son apenas unos metros que se disfrutan como si fueran un paseo por siglos de historia.
Si vienes en tren o autobús, la estación está a solo 10-15 minutos a pie. Es un trayecto amable, que atraviesa zonas modernas hasta que, de pronto, todo cambia y el casco antiguo te envuelve.
¿Vienes en coche? Aunque el tráfico está restringido en el centro, hay varios parkings muy cerca, como el de la Plaza de España o el de Barcelos. Desde cualquiera de ellos, en menos de diez minutos estarás en la plaza, listo para dejarte sorprender.
También puedes optar por el transporte público urbano, con paradas muy próximas en la Alameda, la Avenida Raíña Vitoria o Rúa Benito Corbal. Y si llegas desde otras ciudades gallegas, las conexiones de tren y bus con Vigo, Santiago o A Coruña te lo ponen muy fácil.
Qué hacer en la Plaza de la Peregrina (además de admirarla)
📍 Entra en la iglesia.
No importa si eres creyente o no: el interior del santuario impresiona por su armonía, su cúpula pintada y la imagen de la Virgen que parece saludar a cada visitante. Puedes asistir a misa, encender una vela o simplemente sentarte en silencio. Hay algo en ese lugar que invita a la calma.
🥘 Saborea Galicia.
Las terrazas que rodean la plaza ofrecen algunas de las mejores postales gastronómicas del centro: pulpo, empanadas, zamburiñas… todo servido con vistas a un lugar que no deja indiferente. Si vas al atardecer, la luz baña la piedra y el ambiente se vuelve aún más mágico.
📸 Detente, mira, fotografía.
Este rincón es uno de los más fotografiados de Pontevedra. Pero no solo por turistas. También los pontevedreses le rinden homenaje cada vez que pasan. Además, la plaza suele formar parte de rutas culturales y acoge conciertos, mercadillos o exposiciones al aire libre.
Fiestas, emociones y encuentros
Si tienes la suerte de visitar Pontevedra en agosto, no te pierdas la Festividade da Virxe Peregrina: procesiones, verbenas, actividades familiares y una ciudad entera que se vuelca en su patrona. La plaza se viste de gala, literalmente.
Pero no es el único momento del año en que vibra con intensidad. En Semana Santa, Navidad, la Feira Franca o en eventos culturales organizados por el concello, este lugar vuelve a demostrar que es algo más que un simple punto en el mapa: es alma de ciudad.
Un lugar para sentir, no solo visitar
Hay espacios que cuentan su historia en silencio. Otros la gritan desde los tejados. La Plaza de la Peregrina hace ambas cosas. Es testigo del pasado y espejo del presente. Punto de encuentro, de fe y de paso. Un rincón donde cada visitante puede encontrar algo distinto: belleza, recogimiento, cultura o simplemente una pausa en medio del camino.
Así que si estás en Pontevedra, no te limites a pasar. Quédate un rato. Observa. Escucha. Respira. La Plaza de la Peregrina no se visita. Se vive.